"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."

"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."
—Gandhi

viernes, 7 de febrero de 2014

Por la ecología (2ª parte)

Quería aprovechar esta entrada para anunciar que vuelvo al trabajo y que intentaré mantener actualizado el blog como antes; de nuevo, os pido disculpas por la pequeña baja que me he tomado, y os doy, como siempre, las gracias por estar a nuestro lado.

En su última entrada, mi colega Víctor hizo un llamamiento a la humanidad que pueda quedar en nosotros para intentar hacernos recordar que venimos de la Tierra, y la Tierra vamos; es solamente lógico que intentemos cuidar de ella. Como de costumbre, quiero pararme a analizar la situación de España. Somos el país Europeo con más índice de luz y radiación solar, tenemos altos niveles de viento (especialmente estos días), al ser una península, por si queda alguna duda, estamos rodeados de mar (es decir, energía mareomotriz); ¿nadie se da cuenta de que podríamos ser completamente autosuficientes? Naturalmente, soy consciente de que existen varios problemas/inconvenientes (impacto paisajístico, desorientación de aves por la influencia de los aerogeneradores, imposibilidad de almacenar la energía que éstos últimos producen, etc.), pero con los conocimientos de nuestros ingenieros de hoy en día, todos ellos podrían ser reducidos a su mínimo impacto; en cambio, hay un impedimento que ni siguiera el más poderoso de todos los soles puede sortear: Don Dinero.

Transformar el país en autosuficiente, energéticamente hablando, supondría un altísimo gasto para la población (que, no obstante, se vería retribuido a largo plazo), pero también una gran cantidad de empleo para productores, instaladores, personal de mantenimiento e inspectores; sin embargo, todos somos conscientes de lo que la autosuficiencia implica: el cierre de las industrias energéticas no renovables. Y eso, como bien sabemos, no le interesa a Don Dinero. El comercio del petróleo es una de las fuentes de mayor conflicto del mundo; tanto éste como el carbón se están agotando, problema para el cual se desarrolló la energía nuclear, causante de las peores catástrofes concebibles, con suerte sólo en caso de accidente. Las energías no renovables dan dinero, mucho; y ya sabemos que el dinero mueve al mundo. Pero ciñéndome al tema, estas energías se agotarán tarde o temprano; y con ellas, empezará una terrible guerra por la última gota de petróleo. 

En esta entrada, que ideé hace ya algunas semanas, iba a decir que no nos pueden cobrar por el Sol, pero, al parecer, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo se me ha adelantado y ha decidido que pueden; en el siguiente link podéis leer un artículo acerca del tema. Asimismo, se ha decidido reducir a un tercio las subvenciones a las plantas eólicas (artículo al respecto en este link), con lo que el futuro de nuestra (o quizá sólo mí) idea de autosuficiencia parece estar muy, muy negro. ¿Cómo pueden cobrar por el Sol? ¿Significa eso que HAY una vía a las energías renovables sin que las pérdidas económicas capitalistas sean masivas y, por lo tanto, insostenibles? 

Es una situación precaria la que estamos viviendo, y no podemos pedirle peras al olmo; en otras palabras, no hay dinero para investigación, ni para que andemos gastando millonadas en energías verdes; sin embargo, tenemos que ir mirando hacia ellas, necesitamos empezar a cambiar nuestras fuentes de energía, o de lo contrario, como dijo Víctor en la anterior entrada, el futuro de la humanidad no será mejor que el de la Tierra. Si se me permite el chiste malo, para distender un poco la situación con un toque ácido, no tenemos alternativa: renovarse o morir. 

jueves, 6 de febrero de 2014

Por la ecología

La ecología es un concepto de diferente significado para cada individuo. Para unos es algo de suma importancia, mientras que otros no ven necesidad ni utilidad en ella. No es mi intención enumerar en un emotivo discurso naturalista las ya mil veces oídas consecuencias que acarrea la indiferencia ante el medio ambiente, sino sencillamente explicar los verdaderos motivos que deberían movernos a ser respetuosos con él.

Todo empieza dándonos cuenta de que desde que el hombre es hombre, se ha separado de la naturaleza y ésta parecer ir siempre en dirección contraria a sus intereses. Donde haya una concentración humana, hay una ciudad, y donde haya una ciudad, apártense fauna, flora, atmósfera. No se trata de criticar la típica imagen de ciudad gris moderna infestada de chimeneas apestosas; en la Edad Media se contaminaba incluso más que hoy. Se trata de hacer ver que el ser humano es una especie de parásito que vive a costa de su entorno, usando sus recursos para su propia subsistencia. Esto tampoco es una crítica, pues absolutamente TODOS los seres vivos subsisten unos a costa de otros y los parásitos no son poco frecuentes. Pero en la naturaleza “salvaje”, todo guarda un perfecto equilibrio gracias a que dichos parásitos son a su vez víctimas de otros seres. Y cuando, por los motivos que sean, este equilibrio se rompe, se produce una plaga, un crecimiento incontrolado de una especie que sofoca las demás.
Podríamos comparar perfectamente al hombre con una plaga, ya que al ser el animal más evolucionado se ha colocado por encima de la cadena alimenticia y carece de depredador natural. Su crecimiento es, por tanto, incontrolable. De hecho, al haber “escapado” de los ciclos naturales, el ser humano tiene ahora el control sobre su propia especie y todas las demás. En resumen: la naturaleza ya no tiene poder sobre nosotros, pero nosotros sí tenemos poder sobre ella. Tenemos poder para destruirla, y grandes probabilidades de hacerlo ya que nuestro “alimento” es ella. Pero a pesar de todo esto, seguimos siendo dependientes de ella: necesitamos agua, alimentos, aire… y sobre todo energía. Todo es una cuestión de sostenibilidad. Si acabamos con la vida natural, estamos acabando con nuestros propios medios de subsistencia. Es por tanto nuestro propio interés ser sostenibles. Las plagas naturales desaparecen cuando ya no queda nada más que devastar y mueren de hambre. Y ese es el final que nos espera si seguimos por el camino que ha estado recorriendo la humanidad.
Esto es una visión muy egoísta, pero es por desgracia el único motivo que acabará por hacernos cambiar. El respeto por las especies, por la diversidad, por la vida… es algo que se está perdiendo y que, en cualquier caso, no hará a ningún gobierno cambiar de idea si va en contra de sus intereses. Es fácil creerse una especie superior, especial, por el hecho de ser más inteligentes y poseer una conciencia, pero lo cierto es que lo que tenemos de “especial” no es nuestra inteligencia, que sólo es un desarrollo evolutivo, sino LA VIDA, y eso es algo que compartimos hasta con las hormigas que tan indiferentemente pisamos. Ahora mismo quizá haya alguien pensando en la frase “el mundo estaría mejor sin nosotros”. No se puede negar la veracidad de esto, pero tampoco por ello dejamos de tener derecho a nuestra existencia en la Tierra. Lo que debemos lograr es sellar un pacto entre naturaleza y hombre, pensando en el beneficio de ambos, para que podamos coexistir en paz.
Por desgracia, el cumplimiento de un pacto así requiere, además de una gran mentalización de todos los ciudadanos que participamos en él, la inversión de grandes sumas por parte de los gobiernos para la instauración y supervisión de medidas ecológicas. El problema es que pocos están dispuestos a invertir en formas de energía que son notablemente más caras, sobre todo cuando al final el beneficio no inmediato, ni siquiera es tangible, ni siquiera es para nosotros. A raíz de esto podría abrirse una nueva y extensa reflexión, acerca de la cual pronto habrá otra entrada en HyH.
-Víctor Ardelean

martes, 4 de febrero de 2014

Nuevo colaborador

A pesar de estar en stand-by durante una temporada, como ya comuniqué en mi entrada anterior, hoy vengo a presentaros a Ignacio Ortiz, un nuevo colaborador de Humana y Humanista; esperemos que os guste su aportación, con la que aquí se presenta: 

Escapar de la caverna
Seguramente hayáis oído hablar del mito platónico de la caverna. En éste, unos prisioneros se encuentran encadenados al fondo de una caverna, mientras fuera suceden las cosas reales que proyectan sombras sobre el fondo de esta. Las sombras y los ecos son lo único que perciben los prisioneros, y por tanto, es lo que ellos tienen por real. Este mito expone la idea de la dualidad de mundos de Platón: un mundo sensible (las sombras) y un mundo inteligible (en el mito, el mundo real) en el que están las ideas, a las que debemos llegar.

Según Platón, para alcanzar la felicidad hay que llegar al mundo inteligible, alcanzar las ideas, salir de la caverna. Una interpretación del mito es pensar que las cadenas son la ignorancia y la indiferencia, que nos impiden alcanzar el conocimiento de la verdad.

El hombre está encadenado en la caverna, y ha de encontrar la forma de salir. Sin embargo, este es un trabajo arduo, pues es muy cómodo vivir en la ignorancia, y muchos prefieren quedarse mirando a las sombras. Les da miedo, miedo de descubrir la realidad y descubrir que su vida ha sido una mentira. Están demasiado calentitos en la caverna, y no se dan cuenta de que la verdad es lo que hace realmente libre al hombre, pues el que no la conoce, camina a ciegas.

Hay también gente que, buscando la salida de la caverna, se equivoca de camino y termina en otra cueva, de la cual salir es más difícil aún.

Las sombras y el eco nos fascinan. Su movimiento y forma cambiantes. Pero, ¿Cuánto más fascinante será lo que proyecta dicha sombra? En las sombras percibimos que falta algo, que no nos llenan, que son imperfectas.


Es por esto por lo que debemos buscar la verdad, y para ello debemos liberarnos de cadenas: de presunciones, de prejuicios. Tener una mentalidad abierta e ilustrarnos, leer, escuchar, buscar… Siempre con un espíritu crítico (lo que no significa criticar), incluso con las propias ideas. Os invito a una cosa: a cuestionaros vuestras propias ideas de vez en cuando. Es la única manera de saber si estáis en el camino correcto para salir de la caverna. Planteároslo, consultadlo. La ignorancia es un gigante que nunca deja de luchar, no nos contentemos con las sombras, porque hay algo más allá, más completo, e incluso más verdadero que las sombras que percibimos. Y recordad: La verdad os hará libres, y solo libres llegaréis a la felicidad.
-Ignacio Ortiz