"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."

"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."
—Gandhi

viernes, 31 de enero de 2014

Nota de aviso

Por motivos personales, el blog permanecerá en stand-by indefinidamente.

Os pido disculpas de corazón.

Atte:

-Carmen.

viernes, 24 de enero de 2014

Contra el bullying

Los que hayáis estado siguiendo HyH un tiempo recordaréis que ya hice una entrada con este título, en la que promocioné el blog de Rise From The Ground, cuya autora (adolescente canaria) realiza un óptimo trabajo para prevenir y tratar esta terrible situación que cada vez se extiende más no sólo por nuestro país, sino por todo el mundo. Esta vez, sin embargo, la entrada será referida desde mi punto de vista.

"Es sólo un juego de niños": el pretexto más argüido y más cobarde para mirar hacia otro lado. ¿Cómo es posible que en cualquier momento parezca un juego de niños, me pregunto, indignada? Oh, es cierto, la visión más llamativa es la de las risas. Carcajadas, mofas, burlas y ataques hacia una persona que no ha hecho nada por merecerlos. No es un juego de niños. O, si lo es, considero preciso dejar claro lo crueles que son. En un juego todos se divierten; en el acoso escolar, no. Una palabra fuera de lugar, una acción equivocada sin ánimo de ofensa, un físico fuera del canon, es motivo suficiente, o mejor dicho excusa, para que se desate la impiedad de los inocentes escolares (por favor, nótese el sarcasmo); y con este primer "error", se acumulan miles de burlas e insultos, incluso agresiones físicas, a las que, por desgracia, demasiados adultos dan la espalda. El bullying no se acaba con la edad; en muchos casos, empeora. Puede parecer una exageración, pero desde la propia experiencia, puedo asegurar que no lo es.

El bullying destroza vidas, total, completa y literalmente. Los niños crecen en el seno del miedo, de la angustia y de la falta de autoestima; ser un adolescente ya es suficientemente complicado como para que alguien se meta contigo. Todos estos miedos, estas constantes ganas de llorar y demás sentimientos, demasiado dolorosos como para enumerarlos uno por uno, derivan en personas vacías, muertas por dentro, constantemente fingiendo y ocultando su verdadera personalidad o sentimientos. En el peor de los casos, y no tan poco común como muchos creen, lleva al suicidio. Quiero pediros, lectores, que sólo por un momento os pongáis en la piel de ese adolescente, ese chico o esa chica a la que han golpeado, apaleado y maltratado (física o verbalmente) durante AÑOS, hasta destruirles por completo; imaginaos lo que es empezar a creerte los insultos, a pensar que la culpa es tuya, a odiarte a ti mismo por no ser capaz de ser como todos. ¿Podéis haceros una idea? Ahora id un poco más allá: imaginaos cuán profundo y sangrante puede ser el dolor para hacerte desear morir.

No diré nada más al respecto. Salvo que no es un juego de niños.

El vídeo adjuntado muestra una historia descorazonadora y advierto a los lectores sensibles de los posibles choques emocionales que pueda causar.

sábado, 18 de enero de 2014

Por la cultura

El "Humanista" que da nombre a este blog hace referencia al amor por la cultura; a esa maravillosa fascinación que ejercen sobre nosotros todo tipo de materias, desde la música hasta las ciencias, la física, la literatura, el arte del cine, la biología, la historia, la filosofía... Podría explicar por qué cada una de ellas despierta en mí un interés diferente en cada caso, por qué son necesarias, por qué son, sin más, por qué su importancia; no obstante, todo ello nos llevaría a una entrada demasiado larga incluso para los más ávidos lectores, así que voy a intentar esforzarme lo más que pueda para tratar de explicar por qué la cultura es, sencillamente, maravillosa... e imprescindible.

Para comenzar, pondré un ejemplo histórico; puede parecer irrelevante, pero es posible que si Adolf Hitler hubiera estudiado un poco de historia los últimos setenta años se habrían desarrollado de una manera muy diferente a cómo lo hizo, dado que la decisión del Führer de invadir Rusia le llevó a la misma derrota que sufrió el implacable Napoleón, un siglo atrás. Como ya he dicho, este ejemplo puede parecer irrelevante (dado que, naturalmente, el desarrollo del final de la guerra no dependió solamente de la derrota en Rusia), pero, en pequeña medida, demuestra lo que un poco de cultura puede hacer. Vivimos en un mundo que cada vez avanza más rápido; y dada nuestra naturaleza de preservar las cosas antiguas, nos encontramos con una ingente montaña de cultura y conocimientos que se remontan a la misma cuna del Hombre. Es sabido, también, que este Hombre del que hablo, es decir, la raza humana, siente una curiosidad innata por el mundo; ¿qué es esa esfera brillante que nos ilumina durante el día? ¿Por qué gira a nuestro alrededor? ¿Por qué caen los cuerpos al suelo? ¿Por qué crecen moscas en un tarro de carne dejado al aire libre? A 18 de enero de 2014, conocemos la respuesta a todas estas preguntas; no obstante, Copérnico, Newton y Redi, no. Y de no ser por la CURIOSIDAD que sentían ante estos aspectos tan simples para nosotros ahora, no hubiéramos llegado hasta donde estamos.

Sin embargo, cultura no significa sólo ciencia; cultura también es arte. Literatura; pocas palabras hay más bellas. Música, pintura, escultura, arquitectura, cine... Todas ellas son expresiones de arte, y deberíamos avergonzarnos, servidora incluida, de no pararnos a admirar todo lo que nos rodea. Como lógicamente no gozamos del tiempo suficiente para abarcarlo todo ello, podemos intentar coleccionar tanto como nos sea posible. Y es que, si nos paramos a pensarlo, nuestra vida es un poco aburrida; ¿qué mejor manera de escapar de ella un rato que siendo transportados a las historias de otros, a países, continentes, épocas y mundos lejanos... a través de un libro? Se dice que el lector no vive una sola vida, sino que recoge todas aquellas que leyó en libros; la literatura tiene el poder de cambiarnos, de hacernos reflexionar, de motivarnos  a ser mejor personas o, simple y llanamente, de distraernos un rato. Vais a tener que disculpar la vena literaria de esta Humanista, pero debo defender aquello que más admiro: la magia todavía existe, y se encuentra en los libros. Y en la música, y en la pintura; y en todas las artes, en todas sus formas de expresión y forma.

Como podéis ver, la cultura mueve al mundo; hace avanzar a la ciencia, mejora nuestra vida, nos da las respuestas a preguntas que quizá nunca nos habíamos planteado, pero que, insospechadamente, necesitábamos saber. Mas su alcance no se queda ahí. Pues la cultura lo es absolutamente todo. Cultura es conocimiento, es comprensión, y, sobre todo, es humanidad. ¿Qué es la cultura? La primera acepción del diccionario de la Real Academia es que es el "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico"; pero... ¿no nombramos con la misma palabra a las costumbres de un pueblo, su modo de vida y sus métodos? La cultura nos permite conocernos a nosotros mismos y a nuestros antepasados, pero lo que es más importante, nos permite conocer a nuestros congéneres; cristianos, judíos, musulmanes, ateos... Todos somos seres humanos; y muchas veces el desencadenante de un conflicto es la pura ignorancia. Sólo basta con sentir curiosidad, con preguntar, con preocuparse para poder solucionar un problema.

De todo esto deriva que necesitamos PREOCUPARNOS por la cultura, debemos querer APRENDER y DESCUBRIR cosas acerca del mundo que nos rodea... Son palabras realmente bellas, y aún más poderosas; si un libro te parece aburrido, no has encontrado el adecuado para ti; moléstate en seguir buscando, indaga y comprueba que, de hecho, "todos los libros te aburren". Puede que descubras que te equivocas. O quizá descubras alguna destreza que no conocías, o algún personaje que haga que tu corazón se pare, o que te entren ganas de viajar y conocer las formas de vida de otros pueblos, de otras regiones, de otras mentalidades... La cultura es una verdadera maravilla, y el "no sirve para nada" es infinitamente falso, en toda su extensión. No hay nada que no sirva para nada. Los escépticos no lo comprenderán hasta que, dentro de veinte, treinta, cuarenta años, se topen con "el pedante de la clase al que le gusta estudiar" en las noticias, por haber descubierto la cura para, quizá, el cáncer. 

La cultura lo es todo.

miércoles, 1 de enero de 2014

Por una economía justa

Capitalismo o socialismo, parece que hoy en día solo existe el blanco o el negro, derecha o izquierda. Y en una película así no existe un “bando de los buenos”. Tal y como dice nuestro admirado Aristóteles, la virtud está en el centro que hay entre dos extremos equivocados; aunque los de cada lado crean que su fórmula es perfecta para la sociedad mientras que la contraria a la suya es completamente errónea, lo cierto es que ninguno de ambos bandos es mejor que el otro.  Veamos las razones con detenimiento.
Cuando hablamos del capitalismo, nos referimos a un sistema económico en el que cada ciudadano tiene libertad total para invertir y aumentar sus bienes y fortuna de forma privada, creando así un mercado de consumo al que cada individuo (empresa) aporta sus productos; cuanto más solicitados estén, más estará dispuesta a pagar la gente. De este modo, todo depende de la relación oferta-demanda y el éxito depende de saber establecer el precio más alto posible siempre y cuando no deje de atraer clientes y por tanto de ser rentable. La otra cara de la moneda, sin embargo, está en la división por clases que esto conlleva: al encontrarse los precios siempre en el límite alto que la mayoría (la clase media) puede pagar, es inevitable que quede una parte que no pueda permitírselos y tenga que resignarse a una peor calidad o renunciar a ellos. De la misma manera, aquellos que son suficientemente ricos destacan sobre la clase media, pues lógicamente pueden permitirse precios más altos, más calidad y más cantidad. Un interesante y terrible efecto del capitalismo es cómo la riqueza genera riqueza, es decir, que los ricos se vuelven inevitablemente más ricos, mientras que los pobres tienden a empobrecerse más.
 Contra estas injusticias nació el socialismo (marxiano) cuyo fin es mantener a todas las personas al mismo nivel social y económico. Para ello es necesario un control total del Estado sobre la economía, es decir, que la economía deje de ser libre y el dinero no fluya sólo. Los sueldos y los precios están obligados a ser iguales para todos, de modo que cada uno tenga el mismo poder adquisitivo. Sin embargo, esto provoca de nuevo una gran injusticia, pues uno no recibe lo que se merece por su trabajo, para bien o para mal. Como por mucho que trabajes y te esfuerces tu sueldo no puede subir, al final es inevitable que todos acaben en la dejadez y la falta de entusiasmo, lo que provoca una economía torpe e ineficaz. Además, en el afán de igualar económicamente a todos los ciudadanos, el gobierno arrebata las riquezas que “le sobran” a los más ricos, riquezas que son merecida y legítimamente suyas. Y, me repito, al tener un mínimo asegurado, los más pobres acaban dejando de preocuparse por buscarse la vida y, por pobres que sean, reciben un dinero que quizá no se merezcan.
Conociendo pues, ambas formas de economía, ¿cómo posicionarse en una de las dos, si ambas son realmente injustas? Podemos partir de la base que, de acuerdo con los derechos humanos (y las revoluciones del siglo XIX), la libertad debe ser respetada ante todo. En términos económicos, si te has esforzado y has trabajado por algo, nadie tiene derecho a quitártelo (me refiero a la política socialista). Pero al mismo tiempo, el ser humano es por instinto codicioso, desea siempre tener más, y sobre todo más que los demás. Si tenemos libertad, vía libre, para intentar conseguir nuestra riqueza, lo más seguro es que el dinero se convierta en el centro de nuestra vida y acabemos viviendo por y para él, lo que lleva al consumismo (pronto habrá una entrada en HyH sobre ese tema) y nos aleja irremediablemente de la felicidad. Son muchos los que escogen carreras que no cumplen con sus intereses solo por el dinero que vaya a aportarles su trabajo, sin pararse a pensar que trabajar toda la vida en algo que no les gusta no puede hacerles felices. La explicación de por qué el dinero no da la felicidad es sencilla: cuando creemos que seremos más felices siendo ricos, esa felicidad no es exactamente como nos la imaginamos. Se es feliz cuando se CONSIGUE más dinero, no cuando se tiene. Una vez se posee una cantidad, da igual lo alta que sea, necesitamos más, y así sucesivamente, sin llegar nunca a una satisfacción plena. El resultado: una carrera permanente, codo contra codo, en la que tienes que derribar y zafarte de los demás para poder llegar más lejos.
Con una mentalidad así, que por desgracia es la que se está desarrollando cada vez más, es inevitable que la sociedad se vaya volviendo cada vez más hostil, más egoísta, más avara y en definitiva menos feliz. La ética ha desaparecido completamente, la gran crisis actual es el apogeo que lo demuestra; el mundo se ha convertido en una jungla en la que o hundes a cientos o una jauría te hunde a ti. ¿Dónde queda la humanidad en todo esto? ¿Dónde queda el pararse a pensar que tú podrías ser aquel a quien pisoteas, y la compasión hacia él?
Si deseamos la libertad económica, pero también queremos mantener una sociedad armoniosa y unida, debemos aprender a usar la libertad responsablemente y a respetar las personas antes que el dinero; tener claro en todo momento que nuestra intención debe ser colaborar y ayudarnos entre todos. Esto puede sonar a los ideales socialistas, pero es irrefutable que en el egoísmo no está el camino hacia la felicidad. Y, por último, la gran diferencia es que el socialismo OBLIGA a actuar así; nunca se puede ser feliz por algo impuesto por la  fuerza. La empatía hacia el prójimo debería salir de nosotros mismos, y eso es algo que solo puede lograrse con un gran fomento de la educación y la ética. La educación, nuestra proveedora de seres humanos, el motor de la sociedad, nuestra esperanza y sin embargo nuestra gran carencia… de ella depende el cambio que debe haber en la humanidad y su mentalidad.
-Víctor Ardelean