"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."

"Debes convertirte en el cambio que deseas ver en el mundo."
—Gandhi

martes, 25 de noviembre de 2014

Contra la discriminación positiva

España es un país con una profunda y arraigada tradición machista, enraizada en nuestra cultura y en nuestros hábitos cotidianos de forma inconsciente; sea como fuere, en las últimas décadas se ha tratado de eliminar esta nefasta práctica, desde el derecho a votar hasta la incorporación de la mujer al mercado laboral. En este aspecto concretamente se ha llevado a cabo una medida muy concreta que a mí, como mujer que soy, me pone los pelos como escarpias: en efecto, la discriminación positiva.

El contexto en el que ésto aparece más remarcado es el político, cada vez que, en unas elecciones generales, los periodistas gritan a los cuatro vientos que "el nuevo gobierno estará formado por siete mujeres y seis hombres". ¿Y qué? ¿Qué simboliza, en pleno siglo XXI, usar un criterio sexista para describir un gabinete de políticos? A mí, personalmente, me importa más la formación de la que gocen estos individuos, su competencia en asuntos de Estado y honestidad como personas; si llevan sujetador o calzoncillos, me viene a dar igual. En cambio, tenemos altos cargos (ya sean políticos, empresarios o alienígenas) que se jactan de "emplear mujeres", como si fuéramos un pedazo de mobiliario. Pero seamos sinceros, estas tonterías sólo se hacen en instituciones públicas; las empresas privadas no se andan con niñerías, y la tasa de contratación de mujeres en este sector se ve drásticamente reducida. No salimos rentables.

No obstante, ése es otro tema. Ciñéndome a la discriminación positiva, en estas "medidas igualitarias", el mensaje pseudo-sutil que llega, a mi parecer, es "pobrecita, que es mujer... venga, va, le doy un cargo importante". La discriminación positiva no sólo afirma, sino que REafirma esta presunta inferioridad del sexo femenino; este enfoque es un enorme cartel de neón que grita que somos estúpidas por naturaleza, y que por lo tanto los oh-so-magnánimos hombres deben hacer concesiones. Que nos aprueban por pena, vamos.

Teniendo en cuenta que el machismo es una ideología casi innata del sexo masculino desde hace más de cuarenta siglos, y que es una cuestión de cultura (vergonzosa, pero cultura al fin y al cabo), resulta "lógico" que pretendan subyugarnos. Y con todo, personalidades tan grandes como Marie Curie, Clara Schumann, Eva Perón, ¡Isabel la Católica!; todas ellas fueron discriminadas directamente (Isabel quizá no, pero a ver quién se atrevía...) y a la vez excepcionales en sus disciplinas; sufrieron como auténticas mártires y nos dejaron un legado digno de admirar. Y eran mujeres. Y nadie las puso ahí por pena. Para mí está muy claro lo que eso quiere decir. Si van a discriminarme, prefiero que lo hagan a la cara.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

"Soy real"

Después de mucho tiempo en silencio, hoy voy a alzar la voz para hablar de algo que personalmente considero muy serio. En efecto, los trastornos mentales son algo real, que están presentes entre nosotros, muchas veces de pseudo-incógnito. Y digo "pseudo" porque no es que no se manifiesten, es que no se les hace ni puñetero caso, con perdón de la expresión. No me refiero a enfermedades (sí, amigos, un trastorno mental es una enfermedad, pero nos esforzamos por eufemizarla para poder tomarnos la licencia de mirar hacia otro lado) como la esquizofrenia o la demencia, que como son afecciones que resultan peligrosas para la sociedad, se les pone remedio inmediato (prefiero dejarlo ahí y no meterme en ese tema, porque como empiece... me tenéis que sujetar). Estoy hablando de esos grandes tabús como son la depresión, la ansiedad, la conducta suicida, la anorexia.

Y la anorexia ni siquiera entra del todo en mi saco; éste es un trastorno tan común que ya apenas ni nos sorprende, pero sus consecuencias físicas son obvias, por lo que es un poquito más difícil hacerles menos caso que al pito del sereno. Además, seamos francos, la anorexia es un claro residuo de la actividad social, "esta putrefacta sociedad, nacida de las mismísimas entrañas del diablo, la envidia y las coles de bruselas, destrozando vidas y cuerpos; oh, ahí te maldigan los Jinetes del Apocalípsis, Sandro Rey y Pablo Iglesias..."... bueno, ya paro, que me pierdo. El caso es que nos encaaaanta poder echarle la culpa a la sociedad, ¡porque es mucho más fácil! Todo a tu alrededor grita "¡gorda!", y bueno, pues es comprensible que las pobres chicas (y chicos, ojo) tengan problemas. Así que se las trata. 

Pero, ah, amigos, después está la depresión. Sí, eso que se toma a coña, de lo que te ríes con los colegas cuando el pobre Luisito no ha podido ligar en la barra. Sin embargo, la depresión es real. Muy real.

Pero claro, es más fácil de ignorar. Porque asumámoslo, no nos gustan los problemas. Y si Fulanita está deprimida, estará también más agresiva, y saca peores notas, y parece que tiene conductas suicidas, pero... ¡buf! Coge y vete a decírselo a... ¿a quién? ¿A su tutor...?, ¿al psicólogo del colegio..., ¿a sus padres? Mucho embrollo. Además, es sólo una fase. Eso se pasa. Pero resulta que Fulanita no está deprimida porque la haya dejado su novio, o porque se vayan a separar sus padres, sino porque, ¡sorpresa!, es depresiva. Y repito, la depresión es una enfermedad real. Una situación que consumirá su vida poco a poco (tipo Dementor, pero sin los ruidos raros), que puede llevarla a querer quitarse la vida (¿veis? Si hasta yo uso eufemismos), incluso a autolesionarse. Este trastorno tan terrible se toma siempre a broma, nunca en serio. Y resulta a mi humilde parecer, trágico que el índice de suicidio adolescente esté subiendo a velocidad de vértigo, así como también lo es que la gente (no sólo adolescentes, también adultos) bromee acerca de los trastornos psiquiátricos.

Esta misma tarde, en clase de inglés, mi profesora ha dicho, muriéndose de la risa "Yo creo que a lo mejor tienes que ir al psiquiatra a que te lo miren", refiriéndose a unos chicos que estaban haciendo tontunas en clase. He tenido que contenerme para no alzar la mano y preguntar, en medio del gallinero de carcajadas: ¿Te parece gracioso?

Os pregunto a vosotros, humanos Humanistas: ¿Os parece gracioso? ¿Por qué no se puede hacer una broma acerca del cáncer pero sí de los trastornos psicopsiquiátricos? ¿Tanto miedo nos da enfrentarnos a la cruenta realidad de que existen que optamos por reír para no llorar? ¿Por qué a los niños suicidas no se les ofrece esa palmadita en la espalda, esa red de seguridad que sí se da a las enfermedades físicas?

No sé si quiero saber las respuestas a estas preguntas, pero tengo claro cuáles son las mías. No debería usar adjetivos peyorativos, pero esa parte de mi cerebro que se esfuerza en ocultar una realidad de la que aparentemente tengo que avergonzarme, esa parte, deja dos palabras grabadas en mí:

SOY REAL.

sábado, 19 de julio de 2014

Nueva Colaboradora

Queridos lectores, una vez más, debo pediros perdón por haber abandonado el blog y su correspondiente proyecto; como excusa, insuficiente, pongo mis estudios, que este año han sido de especial exigencia; ahora que es verano, no obstante, me estoy centrando en escribir literatura, por lo que, por desgracia, mis contribuciones a Humana y Humanista seguirán siendo muy escasas por el momento. 

En otro orden de cosas, os quiero presentar a nuestra nueva colaboradora; por motivos personales, me ha pedido que la mantenga en el anonimato, así que lo más que puedo deciros de ella es que se va a presentar con el siguiente artículo, acerca de los cánones de belleza. Espero que la recibáis tan bien como se merece, y que disfrutéis de su opinión.

Cánones de Belleza
A veces me siento a pensar y me pregunto ¿Quién ha decidido lo que es bello? ¿Quién ha osado quitarnos la libertad de decidir si algo te parece o no agraciado? Es decir, si coges a 20 personas y le preguntas qué es lo que les parece atractivo en alguien, o sea, cuáles son sus cánones de belleza probablemente dirán cosas similares, lo que no tiene demasiado sentido si consideramos que cada ser humano es único y diferente. Antiguamente tenía todo el sentido del mundo. Se consideraba atractivo lo que se creía que era sano, o dicho con otras palabras, todo lo que se pensara que contribuía a una raza más fuerte. ¡Pero es que ahora no tiene ningún maldito sentido! Muchas veces para poder optar a los ideales tan enormes que hay llegamos a hacer verdaderas locuras. Nos ponemos bolsas de plástico y silicona en el pecho, veneno de serpiente en la cara para quitar las arrugas, un maquillaje que nos deja los poros del tamaño del ojo de un cíclope, y lo peor de todo, las dietas. Esas chicas a las que te da hasta cosa que anden por la calle por si se desmayan o el viento se las lleva. Me parece tan absurdo que obliguen a unas pobres chiquillas a morirse de hambre, o peor aún, a enfermar. Porque yo lo siento pero la anorexia y demás trastornos alimenticios son algo relativamente nuevo. Algo que surgió por la presión de la sociedad. Algo que me parece, como mínimo, denigrante para las personas. Y lo más gracioso de todo, es que cuando eso ocurre, la culpa es de la chica. La sociedad quería que cupieran en la talla 32, pero oye, que no queríamos que dejaran de comer. Vamos a ver, si se supone que la chica “ideal” mide 1.80, tiene una talla 32,pelo rubio, ojos azules, es alegre, y por qué no decirlo, un poco puta, porque últimamente se ha puesto muy de moda eso de ir de fiesta, emborracharte y acostarte con la mitad de las personas, y se ve como algo normal, se ve como algo hasta coherente que el cuerpo sea lo único importante ; ¿cómo tienen después la poca decencia de andar quejándose de que hay depresión, hipocresía, trastornos…?
Pero bueno, las mujeres no son las únicas en sufrir los efectos de los cánones, los hombres tienen sus propios problemas. Pensemos en el hombre ideal, me imagino que será un hombre alto, de piel morena, y musculoso. Pero musculosos en algunos casos llevados al extremo, y si no tiene tiempo de ir al gimnasio (o aunque lo tenga muchas veces) recurren a los esteroides, algo que es enormemente perjudicial, ¿sabéis esos chicos hinchados, musculosos, que se les notan todas esas venas por los brazos y se creen muy machos? Me encantaría verles en 10 años cuando tengan impotencia. Eso por un lado, y después están los que se ponen morenos en las cabinas de auto bronceado, cáncer. Es radiación pura y dura, y por la tontería de estar morenos estáis aumentando considerablemente la posibilidad de un cáncer de piel.
Cada vez que oigo a alguien quejándose de los cánones de belleza y veo que esa persona es justo el prototipo de persona, pierdo un poco más la fe en la humanidad. Porque esa es otra, las modas, está de moda quejarse de la sociedad sin entender realmente nada, o incluso quejarse de lo que uno es. ¿Alguien me explica que pinta uno de esos tuiteros, que personalmente pienso que deberían estar en tuenti/ facebook porque solo suben fotos, quejándose de la sociedad? Cuando precisamente él es el mejor ejemplo de sociedad. Pero me estoy yendo del tema principal, que eran los cánones de belleza, esos ideales imposibles que no entiendo cómo han podido llegar hasta ahí. Es que son perjudiciales muchos de ellos. Tanto física (como he explicado en el primer párrafo), como psíquicamente. Porque, seamos sinceros, ¿quién no ha visto a nadie meterse con alguien por estar gordo, ser feo, llevar gafas(antes de toda la moda hipster)…? y digo visto, como digo que has sido tú el que se ha burlado, o el que ha sufrido el acoso.

Aunque en cierta forma sí que los entiendo, entiendo la finalidad de los ideales de belleza, con esto quiero decir, desde siempre han intentado formar a un pueblo ignorante, preocupado en temas superficiales y en producir, y es normal, pues un pueblo inculto es un pueblo manejable y al que puedes engañar para llevarlo por donde tú quieras. Actualmente tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer un cambio, la posibilidad de obtener una educación y de pensar por nosotros mismos, y eso los gobiernos no lo pueden permitir, no pueden perder su preciado control. No pueden permitir que el pueblo se dé cuenta de cuando hacen alguna injusticia. Así que su solución es hacer un montón de ovejas que tengan preocupaciones muy sencillas, incluso absurdas, y así poder manejarlas a su antojo. Pues el mayor enemigo de los gobierno es un pueblo concienciado. Si realmente quisieran un pueblo culto, ¿creéis que un libro costaría más que una botella de ron? ¿O que habría tantos programas en la televisión que son verdadera basura y que lo único que muestran es como debes ser para ser “aceptado”? No, si de verdad les importara nuestro bienestar, ahora mismo no habría ideales que, a corto o a largo plazo, terminaran matando nuestras neuronas, habría ideales sanos y que nos formaran más como personas. Puedo entender que la sociedad o los gobiernos quieran eso, lo que no puedo comprender es que lo aceptemos de tan buena gana. 

viernes, 7 de febrero de 2014

Por la ecología (2ª parte)

Quería aprovechar esta entrada para anunciar que vuelvo al trabajo y que intentaré mantener actualizado el blog como antes; de nuevo, os pido disculpas por la pequeña baja que me he tomado, y os doy, como siempre, las gracias por estar a nuestro lado.

En su última entrada, mi colega Víctor hizo un llamamiento a la humanidad que pueda quedar en nosotros para intentar hacernos recordar que venimos de la Tierra, y la Tierra vamos; es solamente lógico que intentemos cuidar de ella. Como de costumbre, quiero pararme a analizar la situación de España. Somos el país Europeo con más índice de luz y radiación solar, tenemos altos niveles de viento (especialmente estos días), al ser una península, por si queda alguna duda, estamos rodeados de mar (es decir, energía mareomotriz); ¿nadie se da cuenta de que podríamos ser completamente autosuficientes? Naturalmente, soy consciente de que existen varios problemas/inconvenientes (impacto paisajístico, desorientación de aves por la influencia de los aerogeneradores, imposibilidad de almacenar la energía que éstos últimos producen, etc.), pero con los conocimientos de nuestros ingenieros de hoy en día, todos ellos podrían ser reducidos a su mínimo impacto; en cambio, hay un impedimento que ni siguiera el más poderoso de todos los soles puede sortear: Don Dinero.

Transformar el país en autosuficiente, energéticamente hablando, supondría un altísimo gasto para la población (que, no obstante, se vería retribuido a largo plazo), pero también una gran cantidad de empleo para productores, instaladores, personal de mantenimiento e inspectores; sin embargo, todos somos conscientes de lo que la autosuficiencia implica: el cierre de las industrias energéticas no renovables. Y eso, como bien sabemos, no le interesa a Don Dinero. El comercio del petróleo es una de las fuentes de mayor conflicto del mundo; tanto éste como el carbón se están agotando, problema para el cual se desarrolló la energía nuclear, causante de las peores catástrofes concebibles, con suerte sólo en caso de accidente. Las energías no renovables dan dinero, mucho; y ya sabemos que el dinero mueve al mundo. Pero ciñéndome al tema, estas energías se agotarán tarde o temprano; y con ellas, empezará una terrible guerra por la última gota de petróleo. 

En esta entrada, que ideé hace ya algunas semanas, iba a decir que no nos pueden cobrar por el Sol, pero, al parecer, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo se me ha adelantado y ha decidido que pueden; en el siguiente link podéis leer un artículo acerca del tema. Asimismo, se ha decidido reducir a un tercio las subvenciones a las plantas eólicas (artículo al respecto en este link), con lo que el futuro de nuestra (o quizá sólo mí) idea de autosuficiencia parece estar muy, muy negro. ¿Cómo pueden cobrar por el Sol? ¿Significa eso que HAY una vía a las energías renovables sin que las pérdidas económicas capitalistas sean masivas y, por lo tanto, insostenibles? 

Es una situación precaria la que estamos viviendo, y no podemos pedirle peras al olmo; en otras palabras, no hay dinero para investigación, ni para que andemos gastando millonadas en energías verdes; sin embargo, tenemos que ir mirando hacia ellas, necesitamos empezar a cambiar nuestras fuentes de energía, o de lo contrario, como dijo Víctor en la anterior entrada, el futuro de la humanidad no será mejor que el de la Tierra. Si se me permite el chiste malo, para distender un poco la situación con un toque ácido, no tenemos alternativa: renovarse o morir. 

jueves, 6 de febrero de 2014

Por la ecología

La ecología es un concepto de diferente significado para cada individuo. Para unos es algo de suma importancia, mientras que otros no ven necesidad ni utilidad en ella. No es mi intención enumerar en un emotivo discurso naturalista las ya mil veces oídas consecuencias que acarrea la indiferencia ante el medio ambiente, sino sencillamente explicar los verdaderos motivos que deberían movernos a ser respetuosos con él.

Todo empieza dándonos cuenta de que desde que el hombre es hombre, se ha separado de la naturaleza y ésta parecer ir siempre en dirección contraria a sus intereses. Donde haya una concentración humana, hay una ciudad, y donde haya una ciudad, apártense fauna, flora, atmósfera. No se trata de criticar la típica imagen de ciudad gris moderna infestada de chimeneas apestosas; en la Edad Media se contaminaba incluso más que hoy. Se trata de hacer ver que el ser humano es una especie de parásito que vive a costa de su entorno, usando sus recursos para su propia subsistencia. Esto tampoco es una crítica, pues absolutamente TODOS los seres vivos subsisten unos a costa de otros y los parásitos no son poco frecuentes. Pero en la naturaleza “salvaje”, todo guarda un perfecto equilibrio gracias a que dichos parásitos son a su vez víctimas de otros seres. Y cuando, por los motivos que sean, este equilibrio se rompe, se produce una plaga, un crecimiento incontrolado de una especie que sofoca las demás.
Podríamos comparar perfectamente al hombre con una plaga, ya que al ser el animal más evolucionado se ha colocado por encima de la cadena alimenticia y carece de depredador natural. Su crecimiento es, por tanto, incontrolable. De hecho, al haber “escapado” de los ciclos naturales, el ser humano tiene ahora el control sobre su propia especie y todas las demás. En resumen: la naturaleza ya no tiene poder sobre nosotros, pero nosotros sí tenemos poder sobre ella. Tenemos poder para destruirla, y grandes probabilidades de hacerlo ya que nuestro “alimento” es ella. Pero a pesar de todo esto, seguimos siendo dependientes de ella: necesitamos agua, alimentos, aire… y sobre todo energía. Todo es una cuestión de sostenibilidad. Si acabamos con la vida natural, estamos acabando con nuestros propios medios de subsistencia. Es por tanto nuestro propio interés ser sostenibles. Las plagas naturales desaparecen cuando ya no queda nada más que devastar y mueren de hambre. Y ese es el final que nos espera si seguimos por el camino que ha estado recorriendo la humanidad.
Esto es una visión muy egoísta, pero es por desgracia el único motivo que acabará por hacernos cambiar. El respeto por las especies, por la diversidad, por la vida… es algo que se está perdiendo y que, en cualquier caso, no hará a ningún gobierno cambiar de idea si va en contra de sus intereses. Es fácil creerse una especie superior, especial, por el hecho de ser más inteligentes y poseer una conciencia, pero lo cierto es que lo que tenemos de “especial” no es nuestra inteligencia, que sólo es un desarrollo evolutivo, sino LA VIDA, y eso es algo que compartimos hasta con las hormigas que tan indiferentemente pisamos. Ahora mismo quizá haya alguien pensando en la frase “el mundo estaría mejor sin nosotros”. No se puede negar la veracidad de esto, pero tampoco por ello dejamos de tener derecho a nuestra existencia en la Tierra. Lo que debemos lograr es sellar un pacto entre naturaleza y hombre, pensando en el beneficio de ambos, para que podamos coexistir en paz.
Por desgracia, el cumplimiento de un pacto así requiere, además de una gran mentalización de todos los ciudadanos que participamos en él, la inversión de grandes sumas por parte de los gobiernos para la instauración y supervisión de medidas ecológicas. El problema es que pocos están dispuestos a invertir en formas de energía que son notablemente más caras, sobre todo cuando al final el beneficio no inmediato, ni siquiera es tangible, ni siquiera es para nosotros. A raíz de esto podría abrirse una nueva y extensa reflexión, acerca de la cual pronto habrá otra entrada en HyH.
-Víctor Ardelean

martes, 4 de febrero de 2014

Nuevo colaborador

A pesar de estar en stand-by durante una temporada, como ya comuniqué en mi entrada anterior, hoy vengo a presentaros a Ignacio Ortiz, un nuevo colaborador de Humana y Humanista; esperemos que os guste su aportación, con la que aquí se presenta: 

Escapar de la caverna
Seguramente hayáis oído hablar del mito platónico de la caverna. En éste, unos prisioneros se encuentran encadenados al fondo de una caverna, mientras fuera suceden las cosas reales que proyectan sombras sobre el fondo de esta. Las sombras y los ecos son lo único que perciben los prisioneros, y por tanto, es lo que ellos tienen por real. Este mito expone la idea de la dualidad de mundos de Platón: un mundo sensible (las sombras) y un mundo inteligible (en el mito, el mundo real) en el que están las ideas, a las que debemos llegar.

Según Platón, para alcanzar la felicidad hay que llegar al mundo inteligible, alcanzar las ideas, salir de la caverna. Una interpretación del mito es pensar que las cadenas son la ignorancia y la indiferencia, que nos impiden alcanzar el conocimiento de la verdad.

El hombre está encadenado en la caverna, y ha de encontrar la forma de salir. Sin embargo, este es un trabajo arduo, pues es muy cómodo vivir en la ignorancia, y muchos prefieren quedarse mirando a las sombras. Les da miedo, miedo de descubrir la realidad y descubrir que su vida ha sido una mentira. Están demasiado calentitos en la caverna, y no se dan cuenta de que la verdad es lo que hace realmente libre al hombre, pues el que no la conoce, camina a ciegas.

Hay también gente que, buscando la salida de la caverna, se equivoca de camino y termina en otra cueva, de la cual salir es más difícil aún.

Las sombras y el eco nos fascinan. Su movimiento y forma cambiantes. Pero, ¿Cuánto más fascinante será lo que proyecta dicha sombra? En las sombras percibimos que falta algo, que no nos llenan, que son imperfectas.


Es por esto por lo que debemos buscar la verdad, y para ello debemos liberarnos de cadenas: de presunciones, de prejuicios. Tener una mentalidad abierta e ilustrarnos, leer, escuchar, buscar… Siempre con un espíritu crítico (lo que no significa criticar), incluso con las propias ideas. Os invito a una cosa: a cuestionaros vuestras propias ideas de vez en cuando. Es la única manera de saber si estáis en el camino correcto para salir de la caverna. Planteároslo, consultadlo. La ignorancia es un gigante que nunca deja de luchar, no nos contentemos con las sombras, porque hay algo más allá, más completo, e incluso más verdadero que las sombras que percibimos. Y recordad: La verdad os hará libres, y solo libres llegaréis a la felicidad.
-Ignacio Ortiz

viernes, 31 de enero de 2014

Nota de aviso

Por motivos personales, el blog permanecerá en stand-by indefinidamente.

Os pido disculpas de corazón.

Atte:

-Carmen.

viernes, 24 de enero de 2014

Contra el bullying

Los que hayáis estado siguiendo HyH un tiempo recordaréis que ya hice una entrada con este título, en la que promocioné el blog de Rise From The Ground, cuya autora (adolescente canaria) realiza un óptimo trabajo para prevenir y tratar esta terrible situación que cada vez se extiende más no sólo por nuestro país, sino por todo el mundo. Esta vez, sin embargo, la entrada será referida desde mi punto de vista.

"Es sólo un juego de niños": el pretexto más argüido y más cobarde para mirar hacia otro lado. ¿Cómo es posible que en cualquier momento parezca un juego de niños, me pregunto, indignada? Oh, es cierto, la visión más llamativa es la de las risas. Carcajadas, mofas, burlas y ataques hacia una persona que no ha hecho nada por merecerlos. No es un juego de niños. O, si lo es, considero preciso dejar claro lo crueles que son. En un juego todos se divierten; en el acoso escolar, no. Una palabra fuera de lugar, una acción equivocada sin ánimo de ofensa, un físico fuera del canon, es motivo suficiente, o mejor dicho excusa, para que se desate la impiedad de los inocentes escolares (por favor, nótese el sarcasmo); y con este primer "error", se acumulan miles de burlas e insultos, incluso agresiones físicas, a las que, por desgracia, demasiados adultos dan la espalda. El bullying no se acaba con la edad; en muchos casos, empeora. Puede parecer una exageración, pero desde la propia experiencia, puedo asegurar que no lo es.

El bullying destroza vidas, total, completa y literalmente. Los niños crecen en el seno del miedo, de la angustia y de la falta de autoestima; ser un adolescente ya es suficientemente complicado como para que alguien se meta contigo. Todos estos miedos, estas constantes ganas de llorar y demás sentimientos, demasiado dolorosos como para enumerarlos uno por uno, derivan en personas vacías, muertas por dentro, constantemente fingiendo y ocultando su verdadera personalidad o sentimientos. En el peor de los casos, y no tan poco común como muchos creen, lleva al suicidio. Quiero pediros, lectores, que sólo por un momento os pongáis en la piel de ese adolescente, ese chico o esa chica a la que han golpeado, apaleado y maltratado (física o verbalmente) durante AÑOS, hasta destruirles por completo; imaginaos lo que es empezar a creerte los insultos, a pensar que la culpa es tuya, a odiarte a ti mismo por no ser capaz de ser como todos. ¿Podéis haceros una idea? Ahora id un poco más allá: imaginaos cuán profundo y sangrante puede ser el dolor para hacerte desear morir.

No diré nada más al respecto. Salvo que no es un juego de niños.

El vídeo adjuntado muestra una historia descorazonadora y advierto a los lectores sensibles de los posibles choques emocionales que pueda causar.

sábado, 18 de enero de 2014

Por la cultura

El "Humanista" que da nombre a este blog hace referencia al amor por la cultura; a esa maravillosa fascinación que ejercen sobre nosotros todo tipo de materias, desde la música hasta las ciencias, la física, la literatura, el arte del cine, la biología, la historia, la filosofía... Podría explicar por qué cada una de ellas despierta en mí un interés diferente en cada caso, por qué son necesarias, por qué son, sin más, por qué su importancia; no obstante, todo ello nos llevaría a una entrada demasiado larga incluso para los más ávidos lectores, así que voy a intentar esforzarme lo más que pueda para tratar de explicar por qué la cultura es, sencillamente, maravillosa... e imprescindible.

Para comenzar, pondré un ejemplo histórico; puede parecer irrelevante, pero es posible que si Adolf Hitler hubiera estudiado un poco de historia los últimos setenta años se habrían desarrollado de una manera muy diferente a cómo lo hizo, dado que la decisión del Führer de invadir Rusia le llevó a la misma derrota que sufrió el implacable Napoleón, un siglo atrás. Como ya he dicho, este ejemplo puede parecer irrelevante (dado que, naturalmente, el desarrollo del final de la guerra no dependió solamente de la derrota en Rusia), pero, en pequeña medida, demuestra lo que un poco de cultura puede hacer. Vivimos en un mundo que cada vez avanza más rápido; y dada nuestra naturaleza de preservar las cosas antiguas, nos encontramos con una ingente montaña de cultura y conocimientos que se remontan a la misma cuna del Hombre. Es sabido, también, que este Hombre del que hablo, es decir, la raza humana, siente una curiosidad innata por el mundo; ¿qué es esa esfera brillante que nos ilumina durante el día? ¿Por qué gira a nuestro alrededor? ¿Por qué caen los cuerpos al suelo? ¿Por qué crecen moscas en un tarro de carne dejado al aire libre? A 18 de enero de 2014, conocemos la respuesta a todas estas preguntas; no obstante, Copérnico, Newton y Redi, no. Y de no ser por la CURIOSIDAD que sentían ante estos aspectos tan simples para nosotros ahora, no hubiéramos llegado hasta donde estamos.

Sin embargo, cultura no significa sólo ciencia; cultura también es arte. Literatura; pocas palabras hay más bellas. Música, pintura, escultura, arquitectura, cine... Todas ellas son expresiones de arte, y deberíamos avergonzarnos, servidora incluida, de no pararnos a admirar todo lo que nos rodea. Como lógicamente no gozamos del tiempo suficiente para abarcarlo todo ello, podemos intentar coleccionar tanto como nos sea posible. Y es que, si nos paramos a pensarlo, nuestra vida es un poco aburrida; ¿qué mejor manera de escapar de ella un rato que siendo transportados a las historias de otros, a países, continentes, épocas y mundos lejanos... a través de un libro? Se dice que el lector no vive una sola vida, sino que recoge todas aquellas que leyó en libros; la literatura tiene el poder de cambiarnos, de hacernos reflexionar, de motivarnos  a ser mejor personas o, simple y llanamente, de distraernos un rato. Vais a tener que disculpar la vena literaria de esta Humanista, pero debo defender aquello que más admiro: la magia todavía existe, y se encuentra en los libros. Y en la música, y en la pintura; y en todas las artes, en todas sus formas de expresión y forma.

Como podéis ver, la cultura mueve al mundo; hace avanzar a la ciencia, mejora nuestra vida, nos da las respuestas a preguntas que quizá nunca nos habíamos planteado, pero que, insospechadamente, necesitábamos saber. Mas su alcance no se queda ahí. Pues la cultura lo es absolutamente todo. Cultura es conocimiento, es comprensión, y, sobre todo, es humanidad. ¿Qué es la cultura? La primera acepción del diccionario de la Real Academia es que es el "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico"; pero... ¿no nombramos con la misma palabra a las costumbres de un pueblo, su modo de vida y sus métodos? La cultura nos permite conocernos a nosotros mismos y a nuestros antepasados, pero lo que es más importante, nos permite conocer a nuestros congéneres; cristianos, judíos, musulmanes, ateos... Todos somos seres humanos; y muchas veces el desencadenante de un conflicto es la pura ignorancia. Sólo basta con sentir curiosidad, con preguntar, con preocuparse para poder solucionar un problema.

De todo esto deriva que necesitamos PREOCUPARNOS por la cultura, debemos querer APRENDER y DESCUBRIR cosas acerca del mundo que nos rodea... Son palabras realmente bellas, y aún más poderosas; si un libro te parece aburrido, no has encontrado el adecuado para ti; moléstate en seguir buscando, indaga y comprueba que, de hecho, "todos los libros te aburren". Puede que descubras que te equivocas. O quizá descubras alguna destreza que no conocías, o algún personaje que haga que tu corazón se pare, o que te entren ganas de viajar y conocer las formas de vida de otros pueblos, de otras regiones, de otras mentalidades... La cultura es una verdadera maravilla, y el "no sirve para nada" es infinitamente falso, en toda su extensión. No hay nada que no sirva para nada. Los escépticos no lo comprenderán hasta que, dentro de veinte, treinta, cuarenta años, se topen con "el pedante de la clase al que le gusta estudiar" en las noticias, por haber descubierto la cura para, quizá, el cáncer. 

La cultura lo es todo.

miércoles, 1 de enero de 2014

Por una economía justa

Capitalismo o socialismo, parece que hoy en día solo existe el blanco o el negro, derecha o izquierda. Y en una película así no existe un “bando de los buenos”. Tal y como dice nuestro admirado Aristóteles, la virtud está en el centro que hay entre dos extremos equivocados; aunque los de cada lado crean que su fórmula es perfecta para la sociedad mientras que la contraria a la suya es completamente errónea, lo cierto es que ninguno de ambos bandos es mejor que el otro.  Veamos las razones con detenimiento.
Cuando hablamos del capitalismo, nos referimos a un sistema económico en el que cada ciudadano tiene libertad total para invertir y aumentar sus bienes y fortuna de forma privada, creando así un mercado de consumo al que cada individuo (empresa) aporta sus productos; cuanto más solicitados estén, más estará dispuesta a pagar la gente. De este modo, todo depende de la relación oferta-demanda y el éxito depende de saber establecer el precio más alto posible siempre y cuando no deje de atraer clientes y por tanto de ser rentable. La otra cara de la moneda, sin embargo, está en la división por clases que esto conlleva: al encontrarse los precios siempre en el límite alto que la mayoría (la clase media) puede pagar, es inevitable que quede una parte que no pueda permitírselos y tenga que resignarse a una peor calidad o renunciar a ellos. De la misma manera, aquellos que son suficientemente ricos destacan sobre la clase media, pues lógicamente pueden permitirse precios más altos, más calidad y más cantidad. Un interesante y terrible efecto del capitalismo es cómo la riqueza genera riqueza, es decir, que los ricos se vuelven inevitablemente más ricos, mientras que los pobres tienden a empobrecerse más.
 Contra estas injusticias nació el socialismo (marxiano) cuyo fin es mantener a todas las personas al mismo nivel social y económico. Para ello es necesario un control total del Estado sobre la economía, es decir, que la economía deje de ser libre y el dinero no fluya sólo. Los sueldos y los precios están obligados a ser iguales para todos, de modo que cada uno tenga el mismo poder adquisitivo. Sin embargo, esto provoca de nuevo una gran injusticia, pues uno no recibe lo que se merece por su trabajo, para bien o para mal. Como por mucho que trabajes y te esfuerces tu sueldo no puede subir, al final es inevitable que todos acaben en la dejadez y la falta de entusiasmo, lo que provoca una economía torpe e ineficaz. Además, en el afán de igualar económicamente a todos los ciudadanos, el gobierno arrebata las riquezas que “le sobran” a los más ricos, riquezas que son merecida y legítimamente suyas. Y, me repito, al tener un mínimo asegurado, los más pobres acaban dejando de preocuparse por buscarse la vida y, por pobres que sean, reciben un dinero que quizá no se merezcan.
Conociendo pues, ambas formas de economía, ¿cómo posicionarse en una de las dos, si ambas son realmente injustas? Podemos partir de la base que, de acuerdo con los derechos humanos (y las revoluciones del siglo XIX), la libertad debe ser respetada ante todo. En términos económicos, si te has esforzado y has trabajado por algo, nadie tiene derecho a quitártelo (me refiero a la política socialista). Pero al mismo tiempo, el ser humano es por instinto codicioso, desea siempre tener más, y sobre todo más que los demás. Si tenemos libertad, vía libre, para intentar conseguir nuestra riqueza, lo más seguro es que el dinero se convierta en el centro de nuestra vida y acabemos viviendo por y para él, lo que lleva al consumismo (pronto habrá una entrada en HyH sobre ese tema) y nos aleja irremediablemente de la felicidad. Son muchos los que escogen carreras que no cumplen con sus intereses solo por el dinero que vaya a aportarles su trabajo, sin pararse a pensar que trabajar toda la vida en algo que no les gusta no puede hacerles felices. La explicación de por qué el dinero no da la felicidad es sencilla: cuando creemos que seremos más felices siendo ricos, esa felicidad no es exactamente como nos la imaginamos. Se es feliz cuando se CONSIGUE más dinero, no cuando se tiene. Una vez se posee una cantidad, da igual lo alta que sea, necesitamos más, y así sucesivamente, sin llegar nunca a una satisfacción plena. El resultado: una carrera permanente, codo contra codo, en la que tienes que derribar y zafarte de los demás para poder llegar más lejos.
Con una mentalidad así, que por desgracia es la que se está desarrollando cada vez más, es inevitable que la sociedad se vaya volviendo cada vez más hostil, más egoísta, más avara y en definitiva menos feliz. La ética ha desaparecido completamente, la gran crisis actual es el apogeo que lo demuestra; el mundo se ha convertido en una jungla en la que o hundes a cientos o una jauría te hunde a ti. ¿Dónde queda la humanidad en todo esto? ¿Dónde queda el pararse a pensar que tú podrías ser aquel a quien pisoteas, y la compasión hacia él?
Si deseamos la libertad económica, pero también queremos mantener una sociedad armoniosa y unida, debemos aprender a usar la libertad responsablemente y a respetar las personas antes que el dinero; tener claro en todo momento que nuestra intención debe ser colaborar y ayudarnos entre todos. Esto puede sonar a los ideales socialistas, pero es irrefutable que en el egoísmo no está el camino hacia la felicidad. Y, por último, la gran diferencia es que el socialismo OBLIGA a actuar así; nunca se puede ser feliz por algo impuesto por la  fuerza. La empatía hacia el prójimo debería salir de nosotros mismos, y eso es algo que solo puede lograrse con un gran fomento de la educación y la ética. La educación, nuestra proveedora de seres humanos, el motor de la sociedad, nuestra esperanza y sin embargo nuestra gran carencia… de ella depende el cambio que debe haber en la humanidad y su mentalidad.
-Víctor Ardelean